martes, 12 de julio de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #216)


Mi boca olía a perro muerto pero en aquel bosque no teníamos derechos. Incorporándome avanzaba unos pasos para tomarla de los brazos y besarla hasta el agotamiento. Ella acariciaba mi espalda y me empujaba hacia sus pechos, como queriendo adentrarme en sus sentimientos. Tenía ganas de hacerle el amor. Todas las luciérnagas giraban alrededor nuestro. Pese a ello no escapábamos de nuestro encantamiento. Ni los relinchos del caballo, ni los maullidos del gato, lograban despegarnos.
    ¿Por qué tardaste tanto? —sorprendía ella, sin soltar mi cuerpo.
    Jamás podrías creer lo que he afrontado por querer cazar un cerdo. ¿Comieron?
    Más de lo esperado, el indio tiene poderes mágicos.
Ya no nos besábamos pero nos abrazábamos, asombrados por esa corona de insectos que con sus luces verdosas no cesaba de circundarnos. También el mono comenzaba a dar giros. Como si tanta extrañeza no bastara, se sumaba nuestro zángano, dando vueltas enteras más allá del cerco. No podíamos evitar reírnos pero algo muy extraño irrumpía en el cielo negro para dejarnos perplejos.



FIN DEL CAPÍTULO III

FIN DE “EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS”

Continuará… en otra bitácora: