martes, 31 de mayo de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #171)




A paso lento escapábamos del matadero. Pobre Ringo, trotar con nosotros encima parecía fastidiarlo. La noche cálida nos teñía de negro pero a mis espaldas el zumbido se hacía más intenso. Tan enérgico como intranquilo giraba mi cuerpo. La integridad de Erchudichu pendía de un hilo. Miles de abejas perversas formaban un cerco horrendo con aguijones inmensos que a duras penas me dejaban entreverlo. Mi espíritu solidario me forzaba a bajar del caballo para socorrerlo. No podía dejarlo morir, mucho menos ser testigo de su aniquilamiento. Nuestra raza ha logrado apenarnos por cosas que ni siquiera tienen sentimientos. Nos urgía rescatarlo de ese cepo nefasto que al menos medía cinco metros de diámetro y salvajemente se iba reduciendo. La crueldad de aquella cosa me dejaba sin aliento. Nuestro zángano nos había salvado y nosotros permanecíamos indiferentes a su tormento.