viernes, 20 de mayo de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #148)


— ¿Qué hacés? —no podía evitar indagarle.
— Mantengo la mente ocupada.
Yo me había detenido por debajo de la rama y, soltando el gato, elevaba la mirada para contemplarla:
—Me parece muy bien. Desconocía estas habilidades. Eso sí, te pido por favor que te cuides, no disponemos de atención hospitalaria.
—Más te vale que me cuentes que viste cuando te fuiste. Los drones se han ido. ¿Se fueron?
—Pasto y más pasto, lo que ya todos conocemos. Los zánganos se fueron como águilas.
—Milo, creo que deberíamos pernoctar en un lugar seguro. Además tengo hambre.
—Es cierto, deberíamos buscar leñas aptas, una fogata podría resguardarnos.
— ¿Y de comer ni hablar, cierto? —se tocaba el ombligo, colgada de una mano como una araña.
—Comeremos a Ringo, siempre y cuando su entrega sea rápida.
— ¡Ay, Milo!, ¿cómo podés decir eso?
— ¿Y vos cómo podés perder el sentido del humor? Te espero en la tierra, hermosa mona —me despedía con una sonrisa y daba media vuelta para despertar al niño.