sábado, 28 de mayo de 2016

EL BOSQUE DE LOS SORTILEGIOS (EPISODIO #163)


Un espeluznante enjambre de abejas se instalaba a un lado del árbol, para sitiarnos, con su nube tóxica y bestial. Se me erizaban los brazos. Los zumbidos llegaban de todos lados. Estaba estupefacto. Sin exagerar, cada insecto tenía el tamaño de mi dedo pulgar. Si la serpiente no cesaba de apretujarnos, los aguijones nos perforarían para que nuestra muerte fuera dolorosamente lenta y brutal.
— Tenemos que sacarnos de encima esta serpiente —le suplicaba, al borde de la ruina espiritual.
—Si tan sólo pudiéramos convencerla.
— ¿Qué… qué se te ocurre?
—Que me beses, ¡que me beses para que sepa que merecemos morir en paz!
A pesar del zumbido aterrador, y ese enjambre de insectos que ya acechaba con agujerearnos hasta el ombligo, la besaba, como si fuera nuestra última oportunidad. Después de todo moriríamos queriéndonos. Tiritábamos, un poco de miedo, un poco de emoción. Tanto era así que no me esforzaba para mantener los ojos cerrados. Nuevamente estaba volando, en una nube tan placentera como irreal. Increíblemente la serpiente nos iba soltando, pero nosotros seguíamos atados.
— Preciosa, tus besos han funcionado. ¡Ahora vivamos!